martes, 11 de diciembre de 2012

Lo complicado de separarse y compartir la ciudad

Cuando dos personas que tenían una relación rompen toca hacer inventario de propiedades y reflexiones y volver a pensar en singular.
Los recuerdos en conjunto conviene guardarlos por separado, hablar en primera persona sobre las experiencias conjuntas y enfrentarse a la nueva realidad: vuestros rincones no dejan de ser una intersección de dos calles cualquiera, su calle es una división entre edificios y los lugares a los que solíais ir simplemente  son negocios que cerrarán si las cosas no van bien, al margen de lo que hayan guardado sus paredes.

Una ruptura es la oportunidad de hacer limpieza, de tirar lo que te sobra y deshacerte de lo que te molestaba; tanto de sus defectos como de tus malos hábitos. Ahora puedes hacer borrón y cuenta nueva.

Sin embargo, hay cosas que no podrás afrontar por ahora, como repartiros los amigos comunes, esos que no saben dónde meterse porque sienten que os traicionan y es tu obligación no tomártelo como una guerra fría. También es doloroso tener que recordar la situación cuando algún conocido te pregunte por él sin saberlo y tengas que decirle que ya se acabó y, lo peor de todo,  pretender huir lo más lejos que puedas de donde sabes que estará; tan lejos que te lo encuentres, porque él está haciendo lo mismo, y no sepas ni si saludarle o girarle la cabeza porque ya no sabes estar en su presencia ni tienes ganas de saber de su vida.

Pero tranquila, que todo se pasa. Algún día te acostarás totalmente exhausta de tanto llorar su ausencia y a la mañana siguiente, cuando el autobús te deje bajo su casa al volver de tu nuevo trabajo, pasarás pensando en la prisa que llevas y no te dará tiempo a pensarle. Otro día encontrarás una vieja foto de los dos y, lejos de dolerte, te reirás de la cara que pusiste. Y quizás al día siguiente coincidas con su familia, les preguntes como están y no te acuerdes de él. Y así, poco a poco, con un poco de suerte, desaparezca por completo de tu vida y no le necesites nunca más. Cuando te des cuenta que ese día ya había pasado y que llevas tiempo respirando como quieres, habrás superado lo complicado de separarse y compartir la ciudad.



Por Laura. Algún día tú también volarás a donde quieras