martes, 6 de abril de 2010

Vacía



Tú, que fuiste mi alegría y también mi perdición. Que contigo fui feliz y desgraciada a la vez. Me enseñaste a reír y disfrutar como niña pequeña y por tí lloré como nunca por nadie. Te debo tanto y a la vez te lo reprocho…. porque a tu lado todos los sentimientos, los buenos y los malos eran naturales, no me importaba enseñarlos y disfrutarlos o sufrirlos porque estabas ahí tú para verlo pero hoy que estoy aquí, junto a mi sombra, en la soledad que me dejaste hace tiempo, cuando elegiste marcharte y yo conseguí olvidarte, veo que también perdí recuerdos: ya no sé qué es estar dolida, ni celosa, ni traicionada; pero tampoco me alegro por las victorias; no me emociona un final feliz, ni me estremezco con la brisa del mar que huele a tí. Las canciones que cantábamos ahora sólo son palabras con música que no significan nada y al mirar nuestras fotos, las que hicimos en momentos que nunca debíamos olvidar, sólo veo dos personas una al lado de otra. Tengo acorazado el corazón; me vacunaste de la pena, la angustia y el miedo, pero me hiciste inmune a la felicidad. Puede que sea tu peor obra o también la mejor, depende del lado que se mire pero tranquilo, que no te odio ni te quiero por eso; ya no siento nada.